“Armamos una orquesta gigante y nos vamos a poner a tocar” - Ernesto Tabárez prepara el show más importante de Eté & Los Problems.
Fotos de: Lucía Aguirre
Es un sábado de mitad de agosto. Ernesto me invitó a uno de los ensayos de su nuevo espectáculo con su banda Eté y los Problems. Lo hizo de forma elegante, casual, algo misteriosa, hasta restándole importancia al asunto, solo por los buenos modales con los que se debe acompañar una invitación para un evento - o sus preparativos- muy importante.
Entonces fui, a pesar del frío y la inconveniencia de salir a la cinco de la tarde, hecha para el total desperdicio, y llegué acompañado por una anfitriona al amplio salón donde puede ensayar con toda la orquesta y su director, alrededor de una estufa, con una llamita prendida y su esforzado panel naranja que sostiene a todos. Está su madre, envuelta en una bufanda, simpática y amorosa, su hija dando vueltas, su pareja, otros amigos, Andrés, el baterista de Los Problems, que llegó con una máquina que mide el ritmo, o el tiempo de las canciones, y se quedó esta vez, parado sobre una columna viejísima.
Somos unos cuantos, un montón, estamos bien. No se puede hablar con Ernesto y tampoco dan ganas porque parece tranquilo y muy concentrado, y es muy raro verlo así. Cuando termina el ensayo, dos mujeres con agujas y herramientas de medición le sostienen las mangas como un espantapájaros. Cada músico vestirá de gala el próximo sábado 11 de septiembre a las nueve de la noche en el Auditorio Nacional Adela Reta.
No puedo evitar pensar si los trajes serán más o menos brillosos comparados a los que cada año estrenan los parodistas Zíngaros en el Teatro de Verano. Ya lo sabremos.
El espectáculo se llama Orquesta en las sombras, y necesita de horas y horas de ensayo.
Sin saberlo, soy parte de un club de falsos exclusivos que nos turnamos en estas muchas funciones, y supongo, que mi amigo quiere compartir este momento tan especial de su carrera como músico y artista.
Horario de oficina
Fue un lunes que nos dejó caer la invitación, y todavía faltaban más días para el show. Fue al final de la charla, y un poco al principio.
Hacía tiempo que no nos veíamos con Lucía. Los dos entrevistamos a Ernesto muchas veces, más de cinco, o seis, en Radio Pasillo.
Bajamos casi hasta el agua por Juan Carlos Gómez, algo distraídos, y llegamos a la puerta sin que nada distrajera nuestra atención.
Ernesto está encorvado, chiquito, parece el heredero de una pensión que ya vio pasar la muerte y se resigna a existir. Nada que ver con el que conocemos.
Está fumando, nos saluda dolorido y se sienta en el escalón de la entrada. “No tengo covid pero tengo el peor resfrío del mundo”, carraspea. “¿Cómo está Juan Pablo?”, pregunta.
Juan Pablo es el hermano de Lucía y los dos eran los dueños de casa cuando hacíamos, todos juntos, El triángulo Obtuso, un programa de radio que salía por internet desde un altillo muy pequeño y al que Ernesto le encantaba ir.
Una vez, antes de comenzar, pero ya en el aire, se le ocurrió llamar a una pizzería para pedir fugazzetas, una de sus comidas preferidas; otra vez, jodió tanto pero tanto que terminamos llamando al Club Tabaré con la propuesta de un show de Eté y Los Problems y el estreno de “Jordan”. Y nos dijeron que sí. Antes de entrar quedamos en volver a hacer otro programa de esos. Subimos las escaleras, se queja y fuma sin parar. Le comento que tal vez tendría que dejar el cigarro. “No me rompas las bolas”, me dice de espaldas, y que ahora solo fuma como cuatro o cinco cigarrillos menos que antes, aunque no se nota.
Después cuando nos vamos, que ya probó todos los remedios caseros, con jengibre, miel, limón, y ajo, que solo le resta bancarse este mal humor de los mocos en su pecho por unos días más. Cada vez que se le ocurre un buen chiste/maldad se olvida.
Entramos en su sala de ensayo/estudio/guarida. Hace poco le agregó en el techo unas telas negras que forman como unas olas vistas de abajo y que ayudan a mejorar la acústica del lugar. También parecen unas bolsas negras de basura guardando el agua de muchas goteras.
Tiene un placard con especias, un soporte de madera para sus guitarras, y una mesa con varios libros, y una edición muy grande de Moby Dick. Una silla de gamer a la que le agregó un almohadón inflable, y un cenicero con forma de concha de mar.
No recuerdo exactamente cómo me dijo que lo lee, pero se refirió a tres instancias o momentos diferentes, en los que avanza, y retrocede en la trama. No lo presta, es, desde hace un buen tiempo, este libro de Herman Melville, uno de sus mejores compañeros.
Empezamos hablando de una mezcla de política, realidad y de las cosas que le pasan. Siempre habla mucho de política, y ya había notado que rara vez no habla del hambre y de la comida. Esta vez, todo viene a cuento, por otra entrevista que tuvo hace poco, donde habló sobre la canción “Negro chico” de Santiago Moraes y la discusión entre políticos de hace una semanas sobre si los escolares podían o no repetir un plato de comida. “Uno puede pensar el país que quiera, puede pensar en tener más estado, menos estado, más regulado el mercado, menos, todo bien; lo que no podés pensar es que hay un país mejor donde los gurises no coman”, dice.
El show
“El grupo nos propone un recorrido que incluye canciones de sus cuatro discos de estudio, adaptadas para un ensamble con músicos de orquesta. La puesta refleja los climas alcanzados y despliega al máximo las posibilidades escénicas de la Sala Eduardo Fabini”. Así dice la página oficial del Sodre, y da un poco de impresión. ¿Son los Problems pero de etiqueta?
“Es tan distinto a un show de los Problems y al mismo tiempo un re show de los Problems”, contesta.
¿Cómo se te ocurrió la idea?
Cuando terminamos las trastiendas, que hicimos cuatro y teníamos para hacer como dos más, pero no pudimos porque estábamos fundidos y además la sala tampoco tenía días, nos quedamos pensando, cuál sería, en estas condiciones, el mejor lugar para volver a tocar. Entonces, hablando con Luis, nuestro manager, llegamos a la conclusión de que los lugares eran dos: el Teatro de verano y el Sodre.
El Teatro de Verano es algo que tengo muchas ganas de hacer pero no era para este momento. Y cuando pintó el Sodre se me ocurrió otro formato. Tipo “hagamos un concierto para el Sodre”. Yo ya conocía a Nacho Algorta (director musical del espectáculo) y enseguida pegamos buena onda.
La idea es “Hagamos un show para la gente sentada, que va a estar escuchando y mirándonos. Y la respuesta para eso es que haya mucha música. Si no podemos interactuar vamos a poner más música en el lugar.
¿Y cuántos son ustedes?
Esta es una orquesta de ocho, y se suena todo, más la banda. Con Nacho empezamos a trabajar en febrero. El loco se escuchó todos los discos de los Problems, y empezamos a encontrar canciones que tenía sentido llevar a este lugar, y bueno, todavía no terminamos de arreglar todo.
¿Cómo hicieron los arreglos de las canciones?
Primero tuvimos algunos encuentros presenciales, después mucho por zoom, cada uno con su piano, íbamos hablando y encontrando cosas, hacíamos una melodía juntos, la tocábamos en un piano y él la convertía en una cosa de ocho instrumentos.
Después de que nos pusimos de acuerdo en un guión de la música, él, que es orquestador y sabe de esto, se encargó del asunto.
¿Hay alguna de las canciones para este show que te entusiasme particularmente?
Me pasa un poco con todas. La primera que trabajamos fue “El éxodo”, y resultó el puntapié del resto. O sea, lo que sacamos de esa canción lo llevamos a todo el repertorio. La trabajamos durante dos meses, y se volvió una pieza de diez minutos.
¿Ya te hicieron todos los chistes de Níquel sinfónico?
Cuando estábamos buscando un nombre para el espectáculo pensé en ponerle Níquel Sinfónico. Esto lo hablamos otra vez, Níquel es una gran banda.
Hablando en serio, hay un montón de bandas de rock -no digo que sea el caso de Niquel, yo era muy chico- que han hecho espectáculos sinfónicos, pero esto es otra cosa.
Es una orquesta de ocho integrantes, y no es que doblan, o sostienen a la banda. No es que nosotros tocamos más o menos lo de siempre y ellos tocan arriba. Acá reescribimos todo, y todos los instrumentos interactúan . Hay canciones que cambiaron radicalmente. Si no las cantás puede que no las reconozcas.
Así que, por ejemplo, hay una canción con un puente que va hacia otro lado.
Sí, muchas partes nuevas. Es un trabajo distinto. Y además fue la única forma que nos permitió encontrarle un sentido a esto. O sea, nos metimos a trabajar la música y a llevarla a lugares nuevos. Arrancamos con la segunda ola de la pandemia, ahora en marzo, no teníamos mucho para hacer, y tomamos la decisión de concentrarnos en este proyecto.
Fue tipo “desarmá todo”. Pusimos todas las partes de una canción arriba de la mesa, y ahí empezamos de vuelta. Con esas partes sueltas, más toda una orquesta, laburamos en canciones prácticamente nuevas.
¿Cuántas canciones tienen preparadas?
Dieciséis.
Son un montón.
Sí, es un laburo agotador, pero el resultado está buenísimo. Y por otro lado es medio un misterio porque todavía no ensayamos juntos. Recién la semana que viene juntamos a toda la banda con la orquesta y si sucederá el milagro. Hasta ese momento es un misterio, más para mi que para Nacho, que tiene la capacidad de hacer funcionar en su cabeza las dos cosas al mismo tiempo. A mi todo lo que me propuso Nacho me resultó muy desafiante. Muchas veces le tuve que decir “pará, explicame esto de vuelta con paciencia”.
Después de muchas idas y vueltas, el show se va a concretar. ¿Cómo te sentís?
Tuvimos muchas dificultades. Cambios de fechas, postergaciones. En mayo se nos venía abajo todo, y parecía que se caía el show. Yo ya había metido un montón de laburo, y Nacho también.
Y no solo eso. Después de que lo ves, de que se te arma en la cabeza, lo tenés que hacer.
Es como cuando te enamorás, tenés que ir.
Y ahora van a suceder muchas cosas. Es muy bello lo que creamos. En el momento en que estábamos lo mejor que podíamos hacer era elevar el nivel de la obra. Tipo “vamos a dar más, y a ofrecerle algo nuevo al que nos viene a ver”.
En este tiempo complicado en vez de ponernos tristes y enojados por la situación, armamos un show que es lo opuesto a lo que te propone el mundo: sentarte con una guitarra a tocar por zoom para llegar al living de la gente. Bueno, todo bien, pero nosotros no vamos a hacer eso. Armamos una orquesta gigante y nos vamos a poner a tocar.
Para esto, pensé mucho en una entrevista a Spinetta que vi hace años. Él decía algo así como que, ante el amor que le proveía la gente que lo iba a ver y la pasión que despertaba en algunas personas, su respuesta sólo podía ser estudiar más; dar más, y hacerte mejor músico.
Bueno, ante esta situación de las cosas, en este momento tan extraño para ser músico, ¿qué hacemos? Vamos con la música. La respuesta tiene que estar ahí. Seguro que hay que discutir un montón de otras cosas, el lugar del arte, por ejemplo. Está bien. En mi caso, cada vez que estuve inmerso en situaciones de confusión, la respuesta la encontré en la música.
¿Qué tal Nacho como socio?
Un genio. Nos llevamos muy bien. Y nos entendimos muy rápido. Eso fue clave para que sucediera el proyecto. La primera vez que hablamos por teléfono, terminamos, y a los diez minutos nos empezamos a mensajear como “bo, qué buena que estuvo la charla”. Y la primera vez que vino para acá nos pusimos enseguida a trabajar. Nacho, además, le puso un entusiasmo a esto, que cuando la cosa se complicó, y no se sabía si se caía el show, yo no lo podía dar. En ese momento me empecé a poner triste y tampoco podía con la música. Y ahí la potencia de Nacho garpó mucho. El tipo tiene muy buena onda; es una persona muy vivaz, y tiene mucha información, mucha música. Entonces con cualquier cosa que le digas, abre el piano y te lleva puesto. Y yo me agarré fuerte ahí. Después cuando quedamos en condiciones de seguir avanzando fue “Nacho manda”, yo escucho, opino, probamos con la banda, probamos con la orquesta, cambiamos alguna cosita, y seguimos. Ya tenemos una forma de trabajo muy aceitada.
Seguro que te va a ir a ver el público de los Problems, pero es probable que también te encuentres con público del Sodre.
A mi me gustaría. Es un concierto que le puede gustar a un público mucho más amplio que el de los Problems.
Me gustaría que vinieran viejas. Posta. Bueno, nuestras viejas van a ir todas.
Federico. Twitter: @fed_medina / instagram: @federico_medina76