Sara Hebe: "Creo que estamos escuchando todo el tiempo el mismo guión"
Una charla con la artista argentina antes de su show en Montevideo
A la fe que pueden inspirar sus canciones, a su talento innato para llegar a la gente tan rápido como el shot de adrenalina al corazón de Mia Wallace, a sus mensajes comprometidos y vueltos perfecta y furiosa poesía para la protesta social, a sus historias de amor y dolor indescriptibles iguales a la tuya, a las alabanzas a sus discos convertidos en clásicos del mejor hip hop y a su estatus de respetada y admirada figura de la música latinoamericana, la argentina Sara Hebe hoy les responde con una morisqueta.
Antes de hablar con ella, con todo eso en la cabeza, con esa distancia lógica que supone acercarse a una artista experta en el arte de la palabra que supo tomar lo que precisaba para hacer y decir lo que siempre quiso, me sentí un poco nervioso.
Por eso, o porque hace un par de semanas, le dijo a un colega que estaba deprimida y o porque en las entrevistas se muestra esquiva a cualquier tipo de vuelo trascendente en las preguntas, molesta por un ritmo del discurso sin edición de todas las cosas que le parecen obvias o prescindibles, simplemente aburrida de la poca acción que se pone en juego en un diálogo estándar de sillas protocolar, incomparable con los universos de sus canciones y sus videos, los incendiarios sin brillo, y los más nuevos, alucinados y coloridos.
Sara nació en Trelew el 9 de julio de 1983. Levanta la voz, desde los tiempos en que enfrentaba a los superiores de su escuela y lo mismo en el secundario. Antes de meterse en la música estudió teatro. En 2009 y solo con una ficha, su primer disco La hija del loco. dio vuelta la maquinita del rap, se fue del salón de arcades y siguió camino dejando atrás una estela de asombro y sorpresa de sus colegas más esforzados. Luego vinieron: Puentera en 2012, Colectivo vacío en 2015, y Politicalparti en 2019. El resto es la historia de un montón de pueblos argentinos y latinoamericanos, conquistados, de a uno, con sus shows de diatribas convincentes, pero sobre todo, festivas, como en cualquier revolución que se precie de tal.
Un lunes de invierno, está en su casa de Capital Federal, risueña, algo aburrida, pero contenta con sus nuevas canciones. “Game boy”, “Sal fina” y “Teta” son muy diferentes a las que hizo antes. Mientras juega con los sonidos del trap parece reconocer que solo resta aceptar el infierno, y que conviene hacerse un disfraz virtual para seguir en la partida. El de ella, es el de una reina sádica y omnipotente, que ya hizo su trabajo y quemó el mameluco con un un Control alt supr.
Quizás solo quiera divertirse un rato.
En el video de “Reflix” -una canción de desamor adolescente donde tira por los aires algunas reglas del lenguaje, deforma palabras, y consigue que entendamos todo lo que siente su personaje- se encapricha en un cuarto ficticio lleno de símbolos del siglo pasado como un cassete de Xuxa, a la espera de un mensaje en su teléfono, metida en un galpón-estudio que se deja ver a sus dos aguas de techo, y en sus amplios espacios de escaleras.
En los últimos segundos del youtube cambia “veo amanecer” por “creo enloquecer”, se cierra su abrigo como al final de una noche y nos manda un beso.
Esta vez, antes de su show en la Sala Museo de Montevideo, aparece en el zoom y cuando mis preguntas o sus respuestas parecen algo solemnes, pega su rostro a la pantalla y hace una y mil caras graciosas.
¿Tuviste una etapa de muchísima lectura, antes de empezar a escribir canciones?
Un poco de lectura, no tanta. Tendría que leer más.
Tenés una facilidad innata para escribir canciones.
No creo. Escribía algunas letras muy largas pero ya no me gustan. Creo que hay que leer más. Yo tengo que leer más.
¿Pero había libros en tu casa? ¿De algún lugar tiene que haber salido eso?
Claro, en casa había libros, y en la escuela tenía maestras y maestros con mucha pasión por la lectura, que me la supieron transmitir. Sin eso creo que sería una pelotuda mucho más grande de lo que soy.
Y además estudiaste teatro.
Claro. El teatro fue una apertura mental para mi cabeza y para mi vida y fue una experiencia re linda.
El autoanálisis está presente en buena parte de sus canciones. ¿De dónde viene?
Hablás de tu cuerpo roto, del vacío, de ir y venir del dolor.
Del psicoanálisis que hago hace años. De esa experiencia con la palabra en la que uno se escucha pueden salir textos, así, un poco raros, bastante introspectivos. Ya no me gustan esas letras. Voy a escribir otras cosas.
“Refix” va por otro lado. ¿Le pusiste así al tema por la bebida?
Refix es arreglar. Me gusta mucho. Creo que es la canción más linda que hice. Junto con Ramiro Jota, mi amigo productor. Me encantaría que me salgan más canciones como “Refix”.
¿Quién es el que hace las melodías de tus canciones?
Son mías. Canto lo primero que me sale, y Ramiro hace toda la música. Pero lo que canto es porque me salió a mi.
Este (“Refix”) surgió de una cosa que estaba cantando hace rato, con algo que Ramiro iba tocando en pruebas de sonido y así se fue armando el tema.
Grabaste con Lito Vitale una versión de “Violeta Perro”. ¿Qué tal, Lito?
Piola. Estaba ahí, en su casa, tocando el piano.
Quedó bueno.
Sí, está linda. Yo le di un beat. Tenía la idea de hacer “Violeta Perro” con una orquesta. Lito la hizo solo con el piano pero estuvo muy lindo lo que tocó.
¿“Violeta Perro” está entre las que ya no te gustan?
Esa sí me gusta, y la voy a tocar ahí en la Sala de Museo.
En “Ignatia”, otra de las que más me gustan....
A mi también me gusta esa. Hay otras más viejas que no me gustan.
Bueno, ahí decís “nos une el espanto”
Eso lo dijo Borges.
Sí, ¿lo has leído?
Sí, leí un poquitín por arriba. Esa frase es un clásico, ¿no? Qué linda. Esos versos son increíbles.
Hace poco leí una entrevista que te hicieron y le dijiste al periodista que estabas deprimida. No te voy a preguntar si ahora estás deprimida pero quería saber de qué se alimenta la energía y el entusiasmo que mostrás en los shows.
Me gusta viajar. Eso es lo que más me gusta. Quiero conocer lo máximo que pueda de todos los lugares que existen. De hecho creo que hago música para viajar. Es una buena excusa, y fue la manera que encontré para dedicarme a esto.
Me gusta comer, y como un montón. Me gusta el helado. Y después, mucho sol, y música. Estas cosas creo que hacen un choque químico del que sale una potencia que ocupo cantando, y disfrutando de los beats y las melodías.
Y en los shows ¿qué pasa con la gente cuando vos tocás?
Ahora me desacostumbré un poco. Pero había mucha emoción, como un fuego, mucha energía. La gente llega esperando para escuchar esas letras y esas canciones, y está buenísimo.
Por más bajón que yo tenga en ese momento se arma algo que es muy lindo, y hay mucho amor sobre todo. Tenemos un vínculo amoroso con la gente que me escuchó y que está ahí para revivir esas letras que están grabadas pero que cobran vida cada vez que las cantamos.
¿Te gusta el vértigo?
En el mundo real, me parece que no. Un edificio enorme me encanta, pero en una montaña no soy tan de amar el vértigo. Pero al final sufro bastante riesgos, fui a un montón de lugares, y estuve haciendo esta carrera no sin cierta cuota de vértigo. Así que eso que por ahí me da bastante miedo, debe tener algo que me atrae.
En tus canciones transmitís algo como de animarse a arrojarse al vacío.
Eso sí, re sí. Siempre que voy a algún lugar en donde hay una cascada, o un agua que cae, ahí me tiro. La persona que está conmigo cuando me ve dice “bue, si ella se animó, yo me animo”.
Ya me dijiste que te gusta mucho viajar, y te escuché que uno de tus destinos más ansiados es Japón.
Sí, totalmente, quiero ir Japón. Quiero ir a Yugoslavia, a Egipto. Hay gente a la que no le gusta viajar. En mi caso, es lo que más quiero.
¿Qué charlas te gustan?
Así cuando me hacen preguntas cortas. Bueno, esto es una entrevista, pero cuando son divertidas me gustan. Y me aburren y me deprimen cuando se vuelven repetitivas.
Últimamente creo que estamos escuchando todo el tiempo el mismo guión. Como que estamos reproduciendo lo mismo. Este es el que tenemos ahora: sinopharm, astrazeneca, restricciones, vacunas.
Mirá, por suerte no aprendí tanto ese guión, pero vamos charlando de acuerdo a uno. También va ligado a la edad, y ahí me deprime un poco.
De acuerdo a la gente con la que te rodeás, también
Sí, las palabras que nos dan. El desafío está en qué hacer con las palabras que nos dan, o inventar otras.
Vos decís que no te gustan más muchas de tus canciones viejas. A mi me siguen pareciendo increíbles las metáforas que escribiste.
Gracias, amigo. ¿Cómo cuál?
“Esto es el agua que me hacen llover” (“El que mejor ria” de su disco La hija del loco)
No me gusta a mi.
Está buenísima.
Qué sé yo. No me gusta tanto hablar de mis letras. Creo que en algún momento me esforcé para escribir algo poético. A muchas de esas canciones les tengo cariño. Y esas cosas quedan dichas y escritas. Hay gente que me sigue desde que empecé y que no le gustan mis canciones nuevas. Qué loco, quedarse con un solo discurso. Imaginate si cantara siempre las mismas canciones. Terrible, ¡fascista!
¿Qué te inspira ahora?
Todo. La vida, la muerte, el amor, el desamor, la inseguridad, lo que me conmueve, lo que me aburre, la persona que me gusta, la gente que me da bronca, mi resentimiento, el miedo que tengo, los deseos que tengo, ¡la industria musical!
Mirá. Hice una canción sobre la industria musical que es como un chiste. Va a salir en mi nuevo disco, seguramente en noviembre. La grabé con una rapera super espectacular pero no voy a decir su nombre. Después de que lo saque hablemos a ver si te gustó.
Dale.
Mirá. ¿Sabés lo que creo que está bueno? Es muy difícil escribir poesía, yo leo cada vez menos, y cuando no lees la mente se te va atascando. Entonces ahora, puedo escribir chistes en canciones.
Tenés una carrera importante como artista, con discos muy relevantes. Después de casi quince años, ¿sentís que contás con una especie de colchón que siempre te puede salvar? Algo como de “me puedo sostener en esto”, ¿o esa sensación nunca aparece?
Ya estoy un poco...Viste eso de “¿cuánto más puedo seguir con esto?” Yo soy un poco inconstante. Tengo una carrera pero me cuesta sostenerla, como a cualquiera que le cuesta sostener algo en esta vida tan vertiginosa. Y a veces flasheo en hacer alguna otra cosa fuera de la música. Fantaseo con terminar con el show.
Pero capaz que dejo un rato, y el deseo es tan esencial y genuino que vuelvo a cantar en algún lado. Voy a ir viendo pero no es algo que te diga “sí, la música es para siempre”, no, ni idea.
Hace poco protagonistaste la película Expansivas ¿Ahí qué sentiste?
Estuvo divertido, me gusta actuar. Fue un desafío. Haría otra peli si pinta.
Pero no descubriste la pólvora.
No. Tengo amigas y amigos actores. Yo no soy actriz, pero nada, tranqui con la pelí.
¿Qué música de tus colegas me recomendarías?
Sasha Sathya es una que me gusta mucho y Taichu me parece genial. Es una pibita que está sacando cosas muy muy buenas.
¿Estás enamorada?
Sí, creo que sí
¿Cómo armás la lista de canciones de tus shows?
Voy a tocar las que más estoy disfrutando. Me chupa un huevo lo que la gente quiere escuchar.
Si tengo que tocar un tema del que ya no estoy disfrutando, me puedo agarrar un ataque de angustia mientras lo estoy cantando, así que imaginate la energía de ese momento. Hay algunas canciones viejas como “Lujo popular” que nunca las voy a dejar de tocar. Esa me gusta, y varias otras. Y después las nuevas que voy sacando. En general me gusta tocar bastante rato.
Siento que tengo que subirme al escenario, no a tocar una mierda de cuarenta minutos. Me parece un robo. Al final siempre quiero dar mucho.
Sara, muchas gracias. Fuiste muy amable.
Estuvo re piola la charla. Nos vemos en la Sala del Museo.
Para comprar entradas para su show de este sábado 14:
Federico Medina es habitual colaborador de La diaria y el portal de librería Escaramuza
Twitter: @fed_medina
Instagram: @federico_medina76