Paul Higgs, y cómo hacer para que la música elegante y bailable también suene heavy
Con un power trío este viernes toca en La Trastienda de Montevideo y presenta las canciones de Tridimensional.
“Martin Barre, se llama el guitarrista de Jethro Tull que ya superó los cuarenta años como parte de la banda”. Ese es el tipo de datos que el cantante y guitarrista Paul Higgs comenzó a acumular en su adolescencia, cuando por necesidad y notoria fascinación, se refugió en la música, y sus neuronas le pidieron saber más y más, sobre las legendarias figuras del rock más pesado, pero no en el sentido estrictamentamente metalero, o sí; pesado como el sonido de la guitarra de Jimi Hendrix -o de su dicípulo, John Frusciante-, como el bagón de sustancias que alimentó la creatividad de George Clinton y Bootsy Collins, o como las groseras dimensiones de la música de Deep Purple, que conoció, como muchas otras cosas, a través de su padre, el guitarrista Lulo Higgs. También pesado, por los kilos de los cinteros y el aire de cigarro que se respiraba en Sausalito, cuando Fleetwood Mac grabó Rumours, en 1977, y por el dream team que armó Steely Dan para inventar su Ajá, entre el 76 y el 77.
Paul Edward Higgs, en Montevideo, se pinta el pelo de naranja y se pone un buzo deliberamente rídiculo. Es el día de presentación de Tridimensional, su nuevo disco, y primero le toca escucharlo a sus amigos y algunos periodistas. Toma el mando de la consola del Estudio Sondor, mientras el mítico técnico de sonido Gustavo de León se hace un lado y lo deja frente a sus controles. No lo sé, pero debe saber, seguro escuchó sobre todos los discos de los que puede hablar este joven colega, incluso muchos de los que el propio De León grabó allí, en su casa. De hecho el joven y el veterano entran en sintonía con una historia de Karibe con K, o con el recuerdo de la vocalista Judee Sill.
Pasan unos días y Paul está en el barrio de colegiales en Buenos Aires. Para conversar por zoom, conecta un micrófono alemán de 1978 que lo acompaña a todos lados.
“Fines de los sesenta y comienzos de los setenta, y también, incluiría una época entre 1976 y 1980, con los últimos discos de Steely Dan o de Gerry Rafferty; a eso le llaman 'rock de yate' o 'rock de padres' ”, responde con precisión y notas al pie, sobre los momentos que fijaron su sensibilidad artística más reconocible en sus canciones.
Tridimensional suena a Prince y a Mateo. Fue producido por Martín Buscaglia y mezclado por Gustavo Montemurro y lo editó el sello Little Butterfly Records.
Entre los destaques de la ficha técnica del disco -como las baterías de Diego Bartaburu (Notevagustar) o los vientos de Benji Barreiro- Paul no se cansa de elogiar a sus amigos y colegas, Leandro Aquistapacie y Charlie, los coristas “de lujo” que eligió para este disco celebratorio y oscurísimo.
Ir y volver del swing
“El instante primero en el cual yo quería comunicarle andá a saber qué, se me escapó un mensaje de audio de 7 minutos y 45 segundos, y él me respondió con un mensaje de 4 minutos y 35 segundos” dice sobre el punto de partida de este trabajo entre integrantes de las familias Higgs y Buscaglia. “Fue uno de esos momentos de frecuencias y de simbolos en común. Por fuera de las palabras, la vibración de nuestras voces ya entró en armonía y en swing, como dirían los músicos uruguayos de fines de los sesenta y comienzos de los setentas; a partir de ahí, nuestra amistad fue algo ineludible y era imposible que nuestra música no fuese llevado a cabo”.
La herencia inglesa y la de Claudio
La extravagancia de este uruguayo es simplemente heredada, y en todo caso, asumida con estoicidad y orgullo. En 1902 llegó al país, desde Leicester, su bisabuelo inglés para trabajar en los ferrocarriles, su abuelo se encargó de preservar las costumbres y tradiciones de sangre como el té de las cinco, y luego su padre, Eduardo Leslie Lulo Higgs, nacido en el 49, se enamoró del rock, tocó con las bandas The Shades y Medusa y luego llenó la primera casa de su hijo con guitarras, discos y equipos de amplicación y lo llevó a ver todos los partidos del Peñarol campeón del 2003.
Como siempre, Paul está metido en diversos proyectos. Por ejemplo, ahora, también toca la guitarra en el grupo argentino Doppel Gangs junto a su colega Simón Poxyran: “Como cuando toqué con los Amigos Inflables (la banda de Coné Vecino) me siento muy cómodo no siendo el centro de la atención. Tener el foco encima es algo que se me da muy fácil por ser hijo unico de una pareja que buscó tener un bebé durante diez años. El foco de nuestra familia lo ponen en mi hasta sin darse cuenta”, dice.
En el medio de la historia, en su adolescencia, su vida derivó en el rock, sin vuelta atrás: “Mis años formativos se vieron sumamente afectados por mucha música, que ofició de refugio en los años de liceo, que suelen ser bastante difíciles, con la deformación de los cuerpos y los mandatos de tus propias hormonas, que en cierto grado me empujaban hacia cosas que me provocaban cierto grado de angustia porque no las podía barajar con soltura, como tener que bailar o besar a alguien”, recuerda.
En esa época, además de todos los santos anglosajones, apareció otro más cercano, que necesitaba con urgencia. Un bajista que tocaba con su padre le pasó los disco La Iguana en el Jardín, Espantajaros y Para el sur el norte está lejos de Claudio Taddei: “Los escuché directo del Windows media player y no podía creer que me fascinara tanto su música y que fuera tan funk”. Después descubrió a O'funk'illo, una banda andaluza “que tiene un bajista que se llama Pepe Bao” y en 2007 vio a Living Colour en el Cine Plaza.
title="YouTube video player" frameborder="0" allow="accelerometer; autoplay; clipboard-write; encrypted-media; gyroscope; picture-in-picture" allowfullscreen></iframe>
Entrenamiento, no solo espiritual
Pau entrena con su guitarra todos los días. Quiere estar a la altura de otros musicos con los que comparte escenario en sus días en Buenos Aires. “Estoy tocando cada vez más”, cuenta. “Y si tengo un concierto a la noche, caliento de mañana, y grabo de tarde”.
Para los shows de presentación de Tridimensional formó un trío con “una baterista de Bernal que se llama Melanie Williams y Choki Giaquinta, un bajista oriundo de Olavarría” y también lo acompañarán, la uruguaya Charlie, en teclados, y Leandro Aquistapacie: “Tener a “Lelé” sobre el escenario para que meta unos coros, es como cuando Steely Dan llamaba a Michael McDonald, el mejor cantante del mundo, para acompañarlos en una canción”.
Paul Higgs se presenta el viernes 9 de setiembre a las 21 en La Trastienda (Fernández Crespo 1673). Entradas en Abitab.